Hola nuevamente a todos quienes siguen este espacio. Quiero pedir disculpas de antemano por incluirme de manera personal en el escrito desarrollado para esta entrada en el blog, pero hoy me parece de vital importancia tocar el tema relacionado con la colaboración y el apoyo mutuo entre aquellos que trabajamos, aún cuando desconectados, con un norte similar. (Quizá conectados por Dios)
Fue en el año 2000 cuando tuve la gran oportunidad de entrar en contacto con un grupo de niños y sus familias quienes sufrían una enfermedad crónica, a saber, VIH. Este regalo maravilloso se lo debo al Presbítero José Luis Lofrano, que quizá sin premeditarlo, dejó sembrada una semilla en mí, que luego pudo germinar cuando conocí a Pia Cardone y su sueño, el cual ahora sale de la primera persona del singular para estar en la primera del plural, nosotros, nuestro sueño. Creo que uno de los grandes retos de la Pedagogía Hospitalaria se halla en la población de niños y jóvenes quienes sufren VIH, diversas enfermedades oncológicas y trastornos psiquiátricos. Los maestros de este siglo tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos y estamos llamados a dar todo lo que esté a nuestro alcance para prevenir, incluir y amar. Una de las organizaciones que está respondiendo a este reto es la Fundación Hogar San Luis. Hoy he incluído el web site en el grupo de páginas seleccionadas como herramientas y espacios enriquecedores para todos aquellos interesados en el tema de la Pedagogía Hospitalaria, ya que se trata de una labor maravillosa que busca a más amigos y llamados a la causa.
En uno de los espacios de este sitio web, se pide que colaboremos y difundamos la obra, hoy quiero aprovechar este espacio para ello, pues no nos cuesta nada difundir el bien.
Finalmente quiero dar un gracias enorme a todos los que regalan un pedacito de sí mismos para los demás y un gracias más grande aún, a todos aquellos niños y jóvenes que tienen que padecer diversas enfermedades crónicas, sus vidas son un ejemplo de amor, de sabiduría, son una gran enseñanza. Además de un gracias, quiero expresarles mi más sincera admiración y respeto porque a pesar de la enfermedad son luz para el mundo y para las personas que los conocen. Desde la radicalidad de la experiencia vivida por una enfermedad ustedes regalan sonrisas y amor y pueden comprender el mundo mucho mejor que cualquiera de nosotros. Así lo he sentido cada momento en el cual he tenido el regalo especial de trabajar con los niños en el hospital, es más lo que se recibe que lo que se da. Todos podemos dar, hoy puede ser un momento especial para hacerlo, prueba seguro será una gran experiencia.
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